Ahora que está de moda sepultar
la realidad tras una pantalla negra, es un gusto comprobar que la poesía sigue
gozando de buena salud...
Como buenos kamikaces enamorados,
nos sobran excusas para degustar la vida. Pero para ello, necesitamos rimar el
tiempo que separa un divertido tardeo de
sábado por Alicante, con el instante en
el que nos guardamos la luna debajo del
brazo y volvemos a cruzar nuestras vidas con uno de los mejores cronistas de la
realidad del siglo veintiuno.
Si pretendemos que todo encaje:
es necesario resistir el frío de una larga cola en la puerta de la Stéreo,
saludar a algún que otro viejo amigo, enterrar la ropa de abrigo en el
ropero y pedirnos un par de Budweisers
para mantener la sangre caliente y no perder el punto de un previo de concierto
más que divertido.
Para el verso crucial, basta con amarrar
a un artista a su guitarra, subirlo al escenario y dejar que nos deleite con su
recital de poemas musitados al son de esos acordes que secan los pájaros que un
día nos engancharon a su, ya larga, trayectoria.
Para arrancancarnos de cuajo el
frío, Quique González empezó el concierto
regalándonos una parte del “delantera mítica” (del que no nos
olvidaremos cuando dentro de menos de un mes hagamos nuestra lista de mejores
discos del año 2013). Temas como “la
fábrica”, “parece mentira”, o “ ¿dónde está el dinero?” caldearon el ambiente
de una sala repleta.
Con los primeros versos del “caminando
en círculos” entendimos que los aires sureños serían el afilador de colmillos
largos de los que, expectantes, esperaban que
los clásicos tuvieran cabida en el repertorio. Con “cuando estés en vena” el artista
madrileño acabó de meterse al público en el bolsillo. Y los típicos coros
desafinados empezaron a emerger de la muchedumbre.
Recuperamos el placer en desuso
de escuchar, tratando de buscar a Samuel entre las letras, degustando los
sonidos de violín mezclándose con la guitarra… los pájaros mojados sobrevolando
la ciudad del viento y la ironía de los 39grados antes de que Quique se quedara
sólo en el escenario para acabar de enternecernos con temazos como “las chicas
son magníficas”, “me lo agradeceras”, “kamikaces enamorados”… y esa canción
fetiche que nunca falta en nuestras listas de favoritos “miss camiseta mojada”.
Temblamos como si fuera la
primera vez, pero no fue la última; ya que para los bises reservaron 4hits
atemporales; nos bañamos en salitre,
viajamos de Dallas a Memphis y con la sensación de haber aprovechado el día
libre, descubrimos que los sueños imposibles, a veces, cuestan 22euros y dos
horas de vidas cruzadas con catadores de poesía musicada.
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