miércoles, 8 de agosto de 2012

Low Cost 2012, día 3 (Las agujetas y los quejidos: el lunes)

El que dijo que terceras partes nunca fueron buenas, no conocía el Low Cost 2012...

Tras dos días intensos, un@ suele tener agujetas, una reducción ostensible de ganas de botar, el cuerpo algo descolocado y otras muchas cosas que, esta vez, no tuvieron cabida en el programa de fiestas que, con un gusto sublime (y variado), nos brindaron los organizadores del festival.

Después de un tapeo por el mercado de Alicante y una buena ducha de agua fría, llegamos a Benidorm en el Tram de las 19h: vueltita por los bares de alrededor del recinto del festival, un cafecito para coger fuerzas y a las 20h acudimos a nuestra cita con uno de nuestros grupos fetiches: The New Raemon. Los catalanes deleitaron nuestro subjetivo paladar con su ritmo pausado (ideal para un tercer día de festival) y su filosofía poética que nos mantuvo en pie, a pesar de que quienes nos rodeaban nos incitaban a sentarnos en la, bien cuidada, hierba del campo de fútbol.

Es lo que tiene la "libre asociación", que nos traslada de lo bello y lo bestia a la hiperconsciencia en una sucesión de acordes y los cambios de tono característicos de "Dramón Rodríguez", que nos concede el baile de rigor, nos traslada al mundo de Simon y Garfunkel... e incluso tiene humor para hacernos una mini imitación de Miguel Ángel Blanca (cantante de manos de topo) y dejarnos con una sonrisa ideal para afrontar el domingo festivalero.

El segundo plato mantuvo el nivel de humor... las agujetas pasaron a la historia copiando los bailes de Bigott. El aragonés volvió a sorprendernos con su manera de "escupir" el "orinal soundtrack" y demostrando que su repertorio es algo más que el "cannibal dinner" y el "god is gay". De hecho, es más que entretenido descubrir entre el juego de voces que el bigotudo tiene con "sus chicas", el sintetizador, el cabalgar acústico de la guitarra y el humor de sus letras, el guiño a la música setentera que pincela en cada canción. Bigott es un petit marcien, como nosotr@s y es un placer escucharle y tratar de entenderle aunque sólo te permitan 45 minutos para hacerlo.

La segunda carrera del día nos llevó a ver a la Habitación roja. Tras el buen sabor de boca que nos dejaron en el BBK Live, los valencianos aprovecharon el escenario grande para ofrecernos uno de los mejores conciertos del festival. Hubiéramos preferido estar en Febrero para no pasar tanto calor, pero esa sucesión de temones (te quiero, voy a hacerte recordar, ayer, un día perfecto...) combinada con speachs en valenciá, felicitaciones varias y complicidad por parte del público, mientras el sol desaparecía tras el escenario, hizo que la definición de momentazo tuviera una banda sonora y una descripción gráfica tan roja como el fondo del slogan de cerveza que presidía el escenario principal: "grandes momentos te esperan";

Tantos, que llegamos tarde a ver a Jero Romero... El ex de Sunday driver hizo de su colocación en el escenario una declaración de intenciones, y nos regaló un concierto plagado de complicidad y cercanía Consiguió que nos sintiéramos cómodos acompañando todos sus hits y bailoteando, pausadamente, cada una de sus canciones. Lástima que el final del concierto coincidiera con Kasabian...

Y es que, tal como están las cosas, no podemos perder la ocasión de ver a una de las mejores bandas del panorama internacional. Los de Leicestershire volvieron a maravillarnos con su britishPop. Y seducidos por la espectacularidad del Velociraptor nos perdimos entre las sintonías cuadradas de "goodbye kiss", el éxtasis natural que provoca escuchar "L.S.F" y la sensación parecida a la apertura de regalos de reyes que deja bailar con temazos como "fire", "Rewired" o "pleasures". Subjetivamente hablando, los Oasis deberían estar orgullosos de haber creado una escuela tan aplicada.

Fue tal el éxtasis, que utilizamos el concierto de  Triángulo de Amor Bizarro para comentar las mejores jugadas. Con lo enamorados que estamos de Isa y lo que nos gusta bailar al son que ella y sus compinches nos marcan, fue duro resistirse a bailar "el fantasma de la transición" o no gritar éso de "llevar navaja siempre es conveniente". Pero con tanto calor uno necesita rehidratarse y aunque la cerveza no estaba muy para allá, paramos el traqueteo y nos preparamos para ver, por enésima vez, a Vetusta Morla.

Si somos sincer@s, nos jodió perdernos a Putilatex. Por lo que nos contaron fue un concierto muy divertido en el que indies y modern@s no quedaron demasiado bien parad@s. Pero Pucho y compañía son nuestro grupo fetiche, y aunque los hayamos visto 16veces, no nos podemos permitir el lujo de perdernos la sensación que nos dejan sus conciertos. Los madrileños han alcanzado un limbo al que pocos grupos españoles han llegado y nosotr@s algún día fardaremos de haber formado parte del público de sus primeros conciertos, de haber vivido la evolución y de haber contribuído a encumbrarlos. Una vez más nos dejaron ese poso de felicidad y las agujetas faciales que provoca sonreír durante más de una hora.

Siendo el último día de festival, empezábamos a notar el cansancio y nos avituallamos con los ricos palillaquis que vendían en la zona  de comidas (sin duda, por limpieza, calidad y variedad de elección... la mejor que hemos encontrado nunca en un festival). Y viendo de fondo a Le corps mince de Françoise nos preparamos para el mejor cierre de festival de nuestra historia viajera por tierras españolas.

Los Kakkmaddafakka acabaron con dolores, agujetas, sueño acumulado... con un concierto fin de fiesta que rozó la perfección. Cuando los metimos en el top ten de los discos del año pasado no imaginábamos el atino que nuestra subjetividad estaba teniendo. El cierre del Low Cost nos brindó uno de los mejores conciertos que hemos visto este verano. Disfrutamos como siempre y bailamos como nunca al son que los coristas de la parte de atrás del escenario nos fueron marcando. Los profesores de Aerobic deberían echarle un vistazo a estos noruegos a la hora de preparar sus clases. ¡menuda vitalidad! y cuánto talento junto en un escenario.

Lo dicho, nos quedamos encantados y deseosos de volver a verlos en el Arenal y el Sonorama.

Y para redondear la fiesta, una sesión increíble de Buffet libre. Escuchar Nirvana, Chemical Brothers, ritmos ochenteros vinculados fue un placer que nos dejó un sabor de boca maravilloso.

Una pena que la mala organización de los transportes públicos del  postconcierto desvirtuara mínimamente todo lo bien que nos lo habíamos pasado. Pero si algo demostraron en el Low Cost de este año es que saben rectificar, por lo que, suponemos, que el año que viene lo pasaremos mejor y tendremos menos problemillas de los que quejarnos.



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