domingo, 10 de junio de 2012

Tres sesenta (día 3, Turismo, positivismo y despedidas)

El tercer día de festival, uno se levanta con la maleta cargada de cansancio, dolores varios, agujetas, ojeras... por suerte, en teen spirit encontramos, hace unos años, el antídoto perfecto contra las resacas de festival : el vermouth. Y por éso dedicamos la mañana del sábado a seguir conociendo los secretos de la gastronomía navarra.

El ambiente de fiesta era más evidente que en los dos días anteriores y con el empedrado por el que los toros corren en la segunda semana de julio como marco incomparable de reunión de portadores de pulseras fuxias, txikiteros habituales, charangas, despedidas de soltero, e incluso familias enteras que se animaron a celebrar el buen día que hacía,  las risas, los pintxos y el líquido empujador llenaron de vida la parte vieja de Pamplona.

Con el buche lleno aprovechamos para hacer un poco de turismo: ver de día la plaza del Castillo, la fachada del ayuntamiento, los exteriores de la plaza de toros, los bordes verdes del río e incluso nos dio tiempo a hacer alguna comprita aprovechando que gran parte de la ciudad dormía.

Con tanta hermosura cambiamos el amor de Tokyo por la pasión pamplonesa y cargados de cafeína y ganas, nos encaminamos por tercer día consecutivo a la Ciudadela.

Lo primero que nos encontramos fue a gente babeando mirando la "Criptocracia" de Isabel Cea en el final apoteósico del concierto de Triángulo de Amor Bizarro . Fue una pena llegar tan tarde, pero nos queda el consuelo de que en el Low Cost podremos compensar las ganas que se nos quedaron de ver, otra vez, a la banda gallega.


Los siguientes en subirse al escenario fueron Eladio y los seres queridos . Habíamos visto a los vigueses telonear a Vetusta Morla alguna vez y aunque muchos se empeñen en criticar la falta de contundencia de algunas de sus canciones, el ruido no lo es todo y las letras profundas, el movimiento del señor de las teclas del que nos hemos terminado de hacer fan´s acérrimos en este concierto y lo cuadradas que canciones como "la cruz", "millón de millones", "el tiempo futuro" son, es inevitable que nos apuntemos a ese selecto club de suicidas enamorados de la vida (aunque a veces duela). Y más si encima nos regalan un cover del "Forever Young" de Alphaville...



Y para acabar con la terna de gallegos en Pamplona (gotiñas de lluvia y público al margen), el gran Xoel López apareció entre la humareda cual Bob Dylan con su guitarra y su armónica, para "reconstruir" los huesos que a duras penas aguantaban el peso de tres días de festival y secar con sus canciones a los reyes del mundo que se mojaban berreando las letras de sus obras de arte musicadas. El músico coruñés tiene el don de ponernos la piel de gallina, a alguno de mis amigos hasta se le escapó una lagrimilla viendo el concierto. La objetividad es una utopía perdida en el positivismo de las letras de Xoel, él trajo el color al festival y sus músicos contribuyeron poniendo el ritmo que consigue que los hombres de ninguna parte nos sintamos como en casa. Y claro, en casa todo suena y sabe mucho mejor. Y no nos costó demasiado dejar de estar cansados de estar cansados...



Siguiendo con la subjetividad, celebramos nuestro décimo concierto de Vetusta Morla con el corazón empuñado. Si Xoel nos puso la gallina de piel, el ave debió ponerse a poner huevos cuando "el indio" empezó a marcar el ritmo de las siguientes 2 horas. 7 meses sin ver los bailoteos hipnóticos de Pucho son muchos meses y aunque estábamos al límite de la afonía seguimos leyendo en braile los pasos del siguiente mortal y descargamos los restos de fuerzas que tras tres días nos quedaban. No hay nada como un concierto de Vetusta para soltar adrenalina y si compartes esa sensación con gente a la que adoras es posible que la felicidad no te parezca tan lejana como algunos pretenden pintarla. Quizá por éso importa poco que hayas estado a punto de romperte los dientes, o hayas soportado el peso de 10 o 12 personas, o te den taquicardias de cansancio... qué más da, compartimos la medalla de oro, brindamos por enésima vez y seguimos bailando que es lo que mejor se nos da.

Tras tanto éxtasis es complicado recuperar el ritmo normal. y Mendetz no estaba por la labor de dejar que el ambiente decayera. Por éso a base de sintetizar la profundidad de la atmósfera que sus predecesores habían dejado, consiguieron que la gente no se fuera y siguiera con la fiesta: botando, gritando, bebiendo y disfrutando. Hasta se permitieron el lujo de versionar el "freed from desire".. ¡qué tiempos!

Con la secuela de la "cinta asesina" acabó el Tres sesenta. La euforia derivó en una versión indie del "Paquito chocolatero", un calvo conjunto, el pino, un encierro improvisado y la victoria definitiva e inevitable del cansancio. Y lo peor: las despedidas. Pero de éso, mejor no hablamos, porque mejor que tener nostalgia es pensar que ya nos queda un día menos para volver a vernos...

8 comentarios:

  1. No sabía que escribieras tan bien

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  2. Ahhjjjjjj,
    que bonito, que bonito, gracias gracias gracias por describir todo esto, yo tb opino como tu. Ya queda menos para volver a vernos y no os podéis imaginar cuantas ganas tenemos.

    Bel

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    1. Tal como está la cosa, vamos a llenar la península entera de Purpurina

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  3. leí las crónicas de I.Gerreiro indagué y descubrí alguna + y creo que habeis inventado una manera divertidísima de contar los conciertos. Me siento muy identificada con vuestra percepcion y en tiempos de crisis se agradecen este tipo de visiones tan positivas.

    Una brazo desde Barna.

    Letizia

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    1. Gracias Letizia. A ver si nos vemos en algún concierto y ampliamos nuestro repertorio de adjetivos positivos.

      T.S

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  4. Jon amigo que gustazo ver con cuanto tino y cariño describes esos momentos de concertazo en que los chicos del norte se funden con los del sur. Yo que soy coprotagonistas de esos momentos de cansancio, bailes y versiones indie del Paquito el Chocolatero doy fe ya no solo de la veracidad de los relatos que cuentas si no de la magia que trasmites con tus letras... Un beso amigo dos días menos para volver a coincidir es el único consuelo de la despedida.

    Josele "El Rojo"...

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  5. Posiblemente es una de las mejores cronicas festivaleras que he leido en mucho tiempo.

    Lola

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  6. Posiblemente es una de las mejores cronicas festivalesas que he leido

    Lola

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