domingo, 1 de diciembre de 2013

Poesía nocturna en la Stéreo (by Quique González)


Ahora que está de moda sepultar la realidad tras una pantalla negra, es un gusto comprobar que la poesía sigue gozando de buena salud...

Como buenos kamikaces enamorados, nos sobran excusas para degustar la vida. Pero para ello, necesitamos rimar el tiempo que separa un divertido  tardeo de sábado por Alicante, con  el instante en el que nos  guardamos la luna debajo del brazo y volvemos a cruzar nuestras vidas con uno de los mejores cronistas de la realidad del siglo veintiuno.

Si pretendemos que todo encaje: es necesario resistir el frío de una larga cola en la puerta de la Stéreo, saludar a algún que otro viejo amigo, enterrar la ropa de abrigo en el ropero  y pedirnos un par de Budweisers para mantener la sangre caliente y no perder el punto de un previo de concierto más que divertido.

Para el verso crucial, basta con amarrar a un artista a su guitarra, subirlo al escenario y dejar que nos deleite con su recital de poemas musitados al son de esos acordes que secan los pájaros que un día nos engancharon a su, ya larga, trayectoria.

Para arrancancarnos de cuajo el frío, Quique González empezó el concierto  regalándonos una parte del “delantera mítica” (del que no nos olvidaremos cuando dentro de menos de un mes hagamos nuestra lista de mejores discos del año 2013). Temas  como “la fábrica”, “parece mentira”, o “ ¿dónde está el dinero?” caldearon el ambiente de una sala repleta.

Con los primeros versos del “caminando en círculos” entendimos que los aires sureños serían el afilador de colmillos largos de los que, expectantes,  esperaban  que los clásicos tuvieran cabida en el repertorio. Con “cuando estés en vena” el artista madrileño acabó de meterse al público en el bolsillo. Y los típicos coros desafinados empezaron a emerger de la muchedumbre.

Recuperamos el placer en desuso de escuchar, tratando de buscar a Samuel entre las letras, degustando los sonidos de violín mezclándose con la guitarra… los pájaros mojados sobrevolando la ciudad del viento y la ironía de los 39grados antes de que Quique se quedara sólo en el escenario para acabar de enternecernos con temazos como “las chicas son magníficas”, “me lo agradeceras”, “kamikaces enamorados”… y esa canción fetiche que nunca falta en nuestras listas de favoritos “miss camiseta mojada”.

 

Temblamos como si fuera la primera vez, pero no fue la última; ya que para los bises reservaron 4hits atemporales;  nos bañamos en salitre, viajamos de Dallas a Memphis y con la sensación de haber aprovechado el día libre, descubrimos que los sueños imposibles, a veces, cuestan 22euros y dos horas de vidas cruzadas con catadores de poesía musicada.

Y con la luna debajo del brazo y con el lujo de un disco recién comprado (y firmado) un apretón de manos y un intercambio de palabras, cambiamos las pantallas negras de las televisiones cerradas, por una mañana de domingo tranquila con el “delantera mítica” de fondo…  

 

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