viernes, 23 de agosto de 2013

Sonorama 2013 (segunda parte: acostarse con la luna entre los brazos )

El segundo día de sonorama siempre empieza con prisas, olor a café y sabor a resaca... es inevitable dejarse llevar por el influjo de la primera noche, por lo que l@s que hemos estado allí más de dos veces sabemos que es inútil resistirse: tanto a acostarse tarde, como a levantarse antes de que los conciertos de la plaza del trigo se pongan en marcha. Y si coges el papelito arrugado que te sirve de guía y consigues leer: Tuya, pegas un salto, te pones lo más fresquito que tengas, el sombrero de paja hortera y las gafas de sol; te cagas 4veces en los jardineros que te recuerdan que incluso en días de Sonorama hay gente que curra (pobres!!!) buscas un bar donde tomarte un café rápido o con croasán  (si el cuerpo te lo permite) y aprovechas el trecho que separa tu cuartel general del centro del pueblo para saludar, jugar a ver quien tiene peor cara y, evidentemente, seguir riéndote.

Fíjate si corrimos que nos dio tiempo a llegar al grupo cuyo nombre homenajeaba nuestras pintas de guiris: Banda de turistas. Igual que con los Girondines, nos dio gusto ver que, al otro lado del Atlántico también, las nuevas generaciones saben mirarse en el espejo adecuado, no sucumben a la chapa de las radio Fórmulas y prueban que una guitarra puede tener matices cercanos al rock, al blues y a esos ritmos añejos que tocados por chavalitos ganan coherencia. 

Los chicos se lo creían, así que, a pesar del calor, de las guerras de pistolas de agua, de los manguerazos de los bomberos y de los gorros antirayos ultravioletas, nos olvidamos de la resaca y seguimos en ese estado sonorámico en el que tus tobillos hacen acrobacias dignas de la mejor danza artística de Lucía Lacarra.

Esperando al plato fuerte de la matinal conciertera, nos perdimos por las calles contiguas en busca de vermouths y cachis de cervezas. Hicimos la visita de rigor a la vieja bodega que hay detrás del escenario y cogimos sitio para que el cantante de tuya nos viera de reojo. Los madrileños son los reyes de los matices, y aunque en la plaza del trigo la gente demanda ritmos de batería que impulsen a saltar, el trío de artistazos nos dejaron bien a los que metimos su "waterspot" dentro del top 10 nacional del año pasado. Fue un placer escuchar en directo "cake", "all my best" "metal selves"... y claro, ese "hands of wasted man" que nuestro dj favorito nos pincha cada sábado.

Para apaciguar los ánimos de tan exquisito sabor de oído, nos tuvimos que refugiar en el garaje de Jack Knife, para esconder en el guitarreo el gusto de parafrasear el "be yourself" y perderte entre esa multitud para añadir a tu lista de amistades un@s cuant@s nuevos festivaler@s. 

Mientras se extendía el rumor de que Supersubmarina nos "sorprendería", acabamos de mojarnos (sin llegar a rayarnos, como el pantalón del cantante), con los goteos de agua y sudor "botantes" de nuestro alrededor. El jalear persistente de:"escenario principal", se mezcló con esos "uhhhh" que te salen del alma cuando una canción te llega. Si no nos creéis, por ahí andamos perdidos aplaudiendo y gritando "ahhhh" entre riffs, punteos y ritmos de batería dignos de nuestros mejores recuerdos setenteros.


Del concierto sorpresa, podemos deciros que el "dance with somebody" y el "take me out" sonaron mejor que las canciones habituales del repertorio de los de Baeza; y nos reconcilió con el mundo ver que los piratas siguen teniendo su rinconcito en el refranero del indiefestivalero. Aunque todo éso lo extrajimos de la escucha lejana mientras nos comíamos un cachi de croquetas, un poco de picadillo y unos callos para "desayunar"; y robábamos unos cd´s regrabados de "the panteras" (el grupo que nos ayudó a digerir la comilona con su música surf).

Con el estómago lleno, fuimos a pasar la tarde, otra vez, a la plaza del rollo, ó, más bien, la plaza del amor (dure lo que dure después); Cometimos el craso error de bebernos los cubatas con pajitas y el punto ochentero de la música que estaban poniendo los dj´s nos hizo perder la noción del tiempo...

Escuchamos a León Benavente de camino a nuestra morada alquilada, nos duchamos con Jero Romero de fondo y The corner nos recordaron que no era hora de siestas, por lo que ataviados de mangas largas y latas de cerveza recorrimos el medio kilómetro que nos separaba de la entrada jugando a ver quien disimulaba mejor las eses de las zancadas.

Por si nos amodorrábamos, Travis hizo que nos acordáramos de que era el momento de "where you stand" y para ser una banda invisible desde aquel disco de 2001, nos ofreció un momentazo con "sing" incitándonos a gritar como quinceañeros desbocados, ó esa evocación de los tiempos mejores de "the man who" que nos devolvió a esa época sin Internet en las que escuchabas un millón de veces los discos que te comprabas, con el esfuerzo de no gastarte la paga que te daba tu abuela en chucherías.

Con el final del concierto de los de Glasgow, creíamos que nos relajaríamos; pero el "enero en la playa" (una de nuestras canciones fetiche) irrumpió en mitad del "de ti sin mi" o el "de mí sin ti" y de repente, el baile interminable de Delafé nos sumió en un éxtasis de rapeo que convirtió el escenario Castilla León en una parte de esa calle 8 mile de Detroit en la que Eminem dio rienda suelta a su inspiración...



El ciudadano de un lugar llamado Aranda, colocó en nuestras cabelleras una de esas coronas de flores que llevaban los hippies y no fue difícil sucumbir al encanto de Helenita mientras óscar D´Aniello nos disfrazaba de soñadores con esa reverberación de voz en la que el poder del mar transforma las bases en oleajes tranquilos en mitad de una marejada de almas bailando al unísono y sintiendo cosquillas en las rodillas.

Pero el Sonorama, como recomendaba la abejita rapera de las flores azules, no se paró ahí... porque los primeros acordes del concierto de Lori Meyers empezaron a sonar...

En vez del Noni, salió a cantar Óscar Jaenada, o algo parecido a lo que el gran actor catalán hizo en su papel magistral de Camarón. Sabéis que somos muy fan de Lori Meyers y que no podemos decir nada malo de ellos, así que aguantamos unos cuantos clásicos: "Luciérnagas y mariposas", "dilema"... y cuando se pusieron con su repertorio para quinceañeras nos fuimos a relajarnos abrazando las letras de Jaír Ramírez en el escenario "future stars".

Algunos no lo saben, pero lo mejor que tiene el Sonorama es poder degustar en "primicia" el futuro de los que en un tiempo no muy lejano abarrotarán grandes escenarios. Quizá Pumuky no sea un ejemplo de eso, porque una parte del público no entiende que no todo en la vida es dar botes, pero fue un auténtico placer pedirnos una caña y disfrutar de esas pequeñas obras de arte que desde "el bosque en llamas" hasta el "eterno femenino" nos fueron pixelando con esa estrambótica forma de contar cuentos que uno de nuestros canarios favoritos tiene.

 

Luego nos quedamos en la fiesta murciana que montaron Perro; Subjetivamente y obviando la comparación de sonido fue, posíblemente, uno de los 5mejores conciertos del festival. Puede que sea porque a nosotros también nos gusta correr en Bicicleta, o porque todos hemos querido perder 40kilos y sentirnos poperas por un día; El caso es que ese ritmo psicodélico que tocan los murcianos nos atrapó y abducidos por el influjo de su sublime Singles brasileñas nos atrevimos a bailar e hicimos de lo imposible un momentazo casi perfecto que, posiblemente, repetiremos en otros escenarios mayores en los años venideros.

 

Y si eso fuera poco, la organización nos puso en un brete, solucionado, por los pequeños problemillas técnicos que siempre se ensañan con los grupos más "pequeños"... así que para contradecir a los que dicen que "segundas partes nunca fueron buenas", nos quitamos el mal sabor que el concierto lluvioso de hace dos años nos había dejado, y procedimos a disfrutar con el "to be continued" que nuestra cabeza escribió tras el conciertazo de Dorian en el Low Cost. Desde  aquella noche, "la velocidad del vacío" ha sido una parte de la banda sonora que hizo más llevadera nuestro regreso a la monotonía. Hemos perdido la cuenta de los temblores que hemos "sufrido" y más que perder amigos, los hemos ganado recomendando esta obra de arte de los catalanes. No hay horas bajas ni tristezas que valgan, cuando la marea te arrastra a un lugar llamado sonorama del que, si pudiéramos, nunca regresaríamos; no vale eso de "cualquier otra parte" cuando hemos quemado suficientes horizontes para saber que este festival nació para hacernos felices y conciertos como el de Dorian, aunque Marc, a veces, esté más serio de lo que debería, hacen que esa idea inicial se ratifique.

Y si no estaba corroborada la cuestión, Cápsula vino a dejar claro que el mundo se había parado definitivamente, y que diga lo que diga Mafalda, a lo mejor hay que bajarse, sí, pero a empujar. De los Argentinos/Bilbaínos nos enamoramos ya hace unos cuantos años en el Ketarri, fue como uno de esos amores de verano, que de cuando en cuando te vienen a la cabeza... tras aquellos inicios, nos reencontramos con ellos en el Rockumentalak (2 veces), en el Jazzaldi, en aquella gira en la que suministraban metadona musical a los que echábamos de menos a Bowie... y ahora, una vez más, y con nuevo (y muy buen) batería, volvieron a demostrarnos que el viejo rock & Roll sigue gozando de muy buena salud, tanta como nuestra wild fascination por ellos.

Y como dice el gran Iván: "para que la luna llena no se choque contra el suelo hemos de encontrarnos siempre en las afueras del pueblo" y reservando los besos de todos los amores de verano, nos fuimos a casa: sólos pero felices, burlando al tiempo y con esa hermosa perspectiva que, según como pongas las manos, hace que parezca que tienes la luna agarrada.


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