lunes, 28 de noviembre de 2011

BBK Live 2011 (La parte no musical)

Bilbao, jueves 7 de julio de 2011. Mientras los sanfermineros se recogen tras una primera farra los JL brothers ultiman sus preparativos para su tradición anual. Comida y alcohol en cantidades ingentes, 2 entradas para el festival, una tienda de campaña, colchoneta, sacos... un neceser con 2 cepillos de dientes, gel y champú de hotel y esas cosas,  mucha ropa vieja que manchar y sudar: y Omeprazol y otras drogas legales para sobrevivir a tres días de desfase musical.

La ciudad del Guggenheim nos recibió con un cielo plomizo similar al que teñía de gris aquellas revueltas de los altos hornos. La cantidad de coches aparcados en el parking del BEC evidenciaba que, como más tarde confirmaron los datos, había más gente de lo habitual. Y Quetchuas al hombro, cargados como burros, nos encaminamos hacia la parada de donde, a cuentagotas, salían los autobuses que, de 50 en 50, iban subiendo a los "golfos" al monte Kobetas.

Para la una del medio día, la zona de acampada 1 estaba petada. Así que tirando de nuestra habitual nostalgia colocamos nuestras viviendas móviles en el mismo lugar que el año pasado. Por suerte, este año tuvimos un divertido vecindario digno de "aquí no hay quien viva" o alguna serie de Matt Groening: un gay y su hermana, una cuadrilla de adolescentes pucelanos, una pareja de alaveses, unos asturianos con alma de rockeros y demás fauna llegada de todos los rincones de la geografía nacional.

Fueron 3 días increíbles, como siempre; llenos de historias, anécdotas divertidas y un vaciado de pilas mentales y físicas a base de una descompensación total de comida/bebida y cierta locura musical.

Lo mejor: el ambiente, descubrir el Polideportivo de Lasesarre (donde nos aseábamos), la gente del Bar Aragón, el centro de Barakatown, la historia del Orco, que hayan empedrado el barrizal del interior del recinto de los conciertos,  los circunstanciales amigos de Madrid, de Cantabria... ver que, por una vez, alguien de mi pueblo, y alrededores, se animaba a hacer 100kilómetros por la música; los conciertos en si, el buen rollo... y claro, compartir 3 días con mi hermano y mi confidente más fiel.

Lo peor (a parte de lo distraído que yo estuve): la lluvia (sarna con gusto no pica), lo caro que estaba todo dentro del recinto, la frecuencia de los autobuses (sobre todo a la noche, cuando acababa todo y a la mañana), no haber tomado nada con mi amigo del DOC magazine, no tener Twitter a mano, lo mal que le sientan las drogas a algun@s, lo guarros que son algun@s guiris y poco más, ja ja.

Y el año que viene: vamos a por el quinto; Como dirían los Estopa: ¡vamos Jose!
Bye2

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