Hoy hace 17 años que murió Kurt Cobain o, más bien, una eternidad relativa desde que el líder de Nirvana decidió acabar con su vida pegándose un tiro (o, según los conspiradores, asesinado por su querida esposa Courtney Love).
Del Grunge queda muy poco: la rebeldía y el inconformismo se han convertido en adicciones varias (a la crisis, a las escusas, a las guerras estúpidas...) y vanales. La suciedad se ha amontonado, pero la gente se ha acostumbrado a la peste. Y la distorsión de las guitarras ha dado paso a un ritmo repetitivo creado por ordenador. Malos tiempos para la poesía!!!
Pensar ha dado paso a seguir una coreografía predeterminada, hemos cambiado las utopías por las prohibiciones y el Nirvana, más que una aspiración, es una espera mientras nos reencarnamos en hormiga, oveja latza o mosca exploradora de zurullos.
Por suerte, nos queda la esperanza del "nevermind", El té del Peniroyal, la caja de Pandora, el Lithio, el sinónimo de mala hostia bien llevada (bleach)... Polly seguirá buscando su galleta, y nadie conocerá a esa chica de la que Kurt hablaba; Los surruros de amor sonarán lejanos, pero Nirvana nunca pasará de moda, por mucho que un millón de Justin B(I)EBER visiten Madrid, por mucho que copien a BEP o al tal Khoduro la esencia de Kurt permanecerá flotando en el viento, mientras el barbero espera a que los escolares pasen por su silla;
Iremos como somos, como éramos, como les gustaría que fuéramos y tengamos la edad que tengamos, oleremos al "espíritu juvenil" que pretendieron que olvidáramos por el camino.
Bye 2
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