lunes, 28 de noviembre de 2011

Ebrovisión 2011

El último festival del año se resume en una imagen:  Un sinfín de gente desafinando el "la lalala lala la" del Sharabey road con una sonrisa de lado a lado de la cara... para la mayoría de ell@s fueron un par de horas, para mí el éxtasis duró algo más de 30.

Por una vez en mi vida, la música fue un aspecto secundario, un fondo con una cuerda atada a mi tobillo izquierdo. Y paz, y sensibilidad, y el ardor que da el cordero castellano intentando buscar un medio de digestión entre tanta alegría acumulada bajo el nudo de mi esternón.

Podría ejercer de crítico y hablar de la decepción que me causó el concierto de Maga tras un pintxo-pote a la mirandesa, o de la cantidad de insectos que cacé al vuelo durante el playback de estereotypo. O meterme con los grupos que tocaron en la peatonal el viernes al mediodía, o en porquè acabé atragantado de comida china y harto de cervezas en la tasquita mientras Supersubmarina y Lapido tocaban en el multifuncional.

Xoel fue otra cosa... aquella carrera digna de la peli más romántica que hayáis visto, los efusivísimos abrazos, el fondo de muñeira y esa complicidad divagante entre "el amor valiente", el grito de "sangre" al unísono, "el hombre" (de demasiadas partes) y la "reconstrucción" de la felicidad, mientras el diablillo de mi hombro izquierdo se empeñaba en decir "que no" ¡coño! Menos mal que en el concierto de The view nos disfrazamos de adolescentes y afloraron nuestros egos más punkies para, sin cresta, chocar hombros y palmas al son del pumpumeo del bombo. Una lástima que Amable ya se hubiera ido del antrazo del festival cuando llegamos. Y una suerte que, al medio día, Micah y los Tatchenko nos deleitaron con el "Tromple le monde" de los Pixies antes de darnos un homenaje culinario con setas selectas, almejas y cordero en La vasca.

"Muy bueno, muy bonito" que diría aquel... casi tanto como el final del concierto de Varry Brava (otra vez), y la sesión 10 que nos pusieron en el bar de la esquina de la plaza de España antes de morirnos de frío llegando a la Rave del Dios de las setas. ¡qué buenos los Pony Bravo! casi tanto como el monólogo de las pelirrojas que el primo de Faemino hizo en el autobús.

Pero hacía frío, y nos perdimos dos conciertos, antes de cagarnos 40 veces en Javiera Mena; con lo que a mí me gusta Chile, y lo indie que suena en Radio3... y lo coñazo que es la tía en directo.

Nos dió tal bajón que pensaba que  Vetusta no iba a ser lo que otras veces... pero no. Como decía mi amiga Bel: estos tíos molan 1.000. Contagian en cada gesto, transmiten y si ya, has hecho el "esfuerzo" de taladrarte la cabeza con sus letras... acabas en un estado de éxtasis a la altura de la conjunción de las amanitas, los perretxikos, la tarta de queso y el vinazo en el paladar. La cara de los asistentes lo decía todo. Y con un cierto espíritu "seguridad social", las palabras se quedaron cortas y todo se resumió en el "la, lalala, lala, la" ¿para qué más?

Bye2

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